viernes, 6 de abril de 2007

Entrevistando a Luis Rubén Loetti (Paso de Los Libres)





¿Se podría presentar?

Me llamo Luis Rubén Loetti, pero en realidad me conocen por Rubén. Soy yapeyuano, nací frente a la casa del General San Martín, en un viejo castillo de piedra que el progreso lo tiró abajo y lo convirtió en chalet.
Una aberración.
En mi infancia vine a Paso de los Libres, y me dediqué a vagar las calles de mi pueblo, y empecé a conseguir la historia de mis personajes. Historias reales. Me encontré con el filósofo que duerme en la calle, con el perro sin dueño, con el zapatero a domicilio, con el peluquero que anda con su valijita y todos me fueron confiando sus historias que, cuando llegó la época, cuando se inventó la computadora, ahí recién las pude guardar, y después el pueblo me pidió que las publique, por eso me volví escritor… pero yo no soy escritor, soy un contador de historias reales. Así soy yo.

¿O sea que usted comienza a escribir por una petición social?

Comienzo a ver las vivencias de los pobladores, de ese otro mundo, el mundo de la calle que muchos no conocen. A lo mejor conocen el mundo de su hogar, el mundo del techo, de la casa propia. Pero resulta que, en la calle, hay otro mundo eh...

¿Usted cree que hay diferentes dimensiones o cree que cada persona es un mundo?

Si, cada persona es un mundo. Dicen que cada hogar es un mundo. No, yo digo que cada persona es un mundo y cada mundo tiene su historia. Cuando llego a un personaje, sé que estoy entrando a otro mundo. Muchas veces, quizás, invadiendo otro mundo… y bueno, me confían historias que muchas son por lo general muy sentidas, muy nostalgiosas, llenas de recuerdos y eso yo lo llevo al libro. Me va muy bien, porque la gente me lee mucho.

Todo un logro que lean a uno, en una provincia donde no se lee.
Lo escuché hoy en la radio que está por presentar un libro ¿Podría hablarme sobre eso?

En realidad el libro está, falta la parte económica. Falta editarlo, publicarlo… hacer todos esos pasos que se necesitan para publicar el libro.
El libro se trata del mercado central de Buenos Aires. Yo ya trascendí la provincia. Como soy despachante de aduana, fui por negocios allá y conviví diez días con los personajes. El mercado central ese es un pueblo grande o una ciudad chica, como quieras llamarle. Dentro de ese predio se mueven 40.000 personas, es como paso de los Libres. Tiene todos los problemas que puede tener una ciudad, hasta un cebador de mate profesional tiene.

¿Cómo se titula el libro?

Tienen todos el mismo nombre, se llaman “La Pluma y El Sentimiento”… uno, dos, tres y cuatro, ya tengo el quinto y el sexto para editarlo. Yo escribo de personajes, en todos los ambientes. Personajes de fútbol, de la calle, de la política. Todos personajes.


¿Siempre escribió sobre las patologías urbanas, o se dedicó también a otra cosa?

No, en algún momento escribí sobre política también. Yo fui concejal en mi pueblo. Me gusta la política. Siempre soñé con dirigir mi comuna algún día.

¿Cuándo comienza a escribir?

Yo escribía desde muy chico, en esas hojas de papel de mi cuaderno único marca tiburón, que tengo alguno todavía de cuando iba a infantil o a superior, escribía historia pero después esas hojas se perdían. Bueno, con el tiempo conocí la computadora, entonces los escritos quedan en la memoria de la computadora y ya no se pierden, se tendría que perder la computadora jajaja… Bueno, entonces me dieron la idea de publicarlo y empecé a imprimir, ahí me costó trabajo porque tuve que comprar la impresora, en cuotas, y bueno de ahí salió el primer libro.

¿Por qué escribe?

Para mí, en este momento, es una terapia. Considero que nuestra patria tiene habitantes angustiados, y creo que el mundo está angustiado, no solo Argentina. Es la realidad. Es una terapia porque en algún momento me desenchufo de mi entorno y entro a hacer justicia con alguien que fue olvidado por el mundo mismo, que son los personajes que caminan nuestras calles. Por eso yo defiendo todo lo pasado… está bien, siempre hay que mirar hacia el futuro, pero tampoco hay que olvidar el pasado.

¿Cuál de sus libros recomienda, para los que los van a leer hoy día?

Pasa que mis libros son una colección. El que compra el primero o el último va a ver que son similares. Escribo sobre el personaje…

¿Alguno que se acuerda ahora mismo?

Si, por ejemplo, a mi me dio mucha satisfacción la historia de un perro que se llamó “Cartucho”. Un perro que llegó a un barrio obrero donde yo vivía. Cuando yo era obrero, llegó una señora que tenía la profesión más antigua del mundo, que se encontraba ya en el ocaso de su profesión, con un perro grande y negro. Una mañana cartucho comenzó a aullar, era que estaba avisando que su dueña amaneció muerta. De ahí quedó acostado en el portón de tacuara de la casa. No se movió más de ahí. Entonces todos los vecinos comenzamos a llevarle comida; y resulta que ninguno éramos dueño, pero después todos nos consideramos dueños del perro, y el perro quedó en el barrio cuidado por todos, entonces él cuidaba todas las casas. De día, dormía bajo las mesas de cualquier vecino, y por las noches patrullaba.
Nuestros hijos se criaron al lado del perro; se hicieron grandes. Pasamos muchas navidades y años nuevos con Cartucho. Bueno, hasta que se llenó de matadura y de tiempo.
Un día, muy enfermo, se levantó con pasos inseguros y tomó el camino de un arroyo que se llamaba, justamente, “La Despedida”. Parecía que él buscaba la soledad para dejarse morir. Y se fue junto con el último de sus ocasos, el ocaso más rojo que yo vi jamás en mi vida.

Ese día se murió Cartucho…

Y qué despedida… la suya.
¿Cómo ve usted a la literatura correntina?

Me parece que habría que darle mucho más impulso a la literatura correntina. Tendría que haber más apoyo al escritor de lo nuestro, sobre todo al que habla de la historia de los pueblos. La historia extranjera ya está escrita millones de veces y sobre cosas distintas. ¿Por qué no escribimos sobre nosotros? Y miramos acá nuestra calle, y no la autopista de Nueva York.
El gobierno tendría que ocuparse del tema. Date cuenta, un argentino promedio, antes leía un aproximado de 36 hs. por año, ahora no pasa de tres horas y media.

¿Piensa que habría que fomentar la lectura? ¿Cómo?

Date cuenta que se está leyendo un poco más, al menos en Paso de los Libres noto eso. Además tengo un estilo, yo hago semblanzas y las ilustro porque me gusta el dibujo (pero soy autodidacta). Ilustro la semblanza. El chico abre mi libro y ve el dibujo y al ver el dibujo le abre la capacidad de imaginación, y ahí lee la semblanza. Inclusive, me comentaron algunas maestras del primario, que los chicos dibujan mis dibujos, aparte de leerme.

Lo que usted está haciendo ahora, a los escritores de Capital le está costando muchísimo: que libros de autores de la ciudad, se lean en escuelas de la ciudad. Me pone contento saber que usted logró sentar precedente en la provincia.

Te puedo decir que tengo la satisfacción de recibir entre 25 o 30 alumnos por mes en mi oficina, que me van a preguntar sobre las historias que yo escribo para hacer sus clases especiales. Los chicos se van porque, en algún momento de la historia, se nombra a algún pariente del pueblo o se sienten identificados.
En Paso de Los Libres, en la docencia se usan muchos mis libros. Te cuento una anécdota: una sobrina mía, que trabaja de docente en Buenos Aires, un día entra a un colegio religioso y ve que una monjita estaba dando clases con uno de mis libros. Entonces ella se identificó como mi sobrina, y la monjita le dijo si yo podía donar los otros números, y les mandé. Después no supe más de la monjita.
La monjita le había comentado que cuando leyó la historia de Cartucho, el perro, dijo que tuvo que sacarse los anteojos para llorar.

Cuánto reconocimiento, qué premio ¿No?
Ya que tocamos el tema ¿Qué opina sobre los concursos literarios?


No sé realmente, a mi nadie me viene a invitar a ningún concurso, parece que hay poca publicidad. Por ahí veo por televisión que hay un concurso literario “latinoamericano” dice, pero resulta que parece que a mi no me registra nadie. Sin embargo, el otro día, sentí una gran satisfacción porque resulta que se me ocurrió poner mi apellido en el google, salió “Luis Ruben Loetti, escritor costumbrista”.

¿Usted se define como un escritor costumbrista?

Si, en realidad soy un escritor costumbrista, pero me da mucha vergüenza decir que soy escritor, por eso soy un contador de historias reales.

¿Qué concejos les daría a sus futuros lectores, acerca de sus obras?

Siempre estoy pregonando que me gustaría que algunos jóvenes sigan esta línea de escribir sobre los personajes, sobre semblanzas, no libros altos de 500 hojas que no lee nadie, si no que escriban este estilo de semblanza y que no se olviden de los personajes de las calles. Uno bajándose al asfalto, encuentra la materia prima para escribir un montón de enciclopedias.

¿Qué es escribir, para Luis Rubén Loetti?

Escribir es viajar por mis recuerdos. Y muchas veces bailo con mis recuerdos… y también me emociono con mis recuerdos.

¿Cómo se ve dentro de 10 o 20 años más?

Me gustaría que se acuerden de mí, pero no como escritor, si no como ese viejo contador de historias reales, que nació en Yapeyú y que se vino a una ciudad fronteriza y se puso a contarle al pueblo de las vivencias de los personajes que nadie ve, y que todos olvidan.

¿Se siente relegado, como artista del interior, por los medios masivos para publicar, que en su mayoría residen en capital?

Lo que pasa es que hay que aceptar que la comunicación avanzó mucho. Date cuenta que ahora vos hablás y te escuchan en Japón.
Pero Dios sigue atendiendo en Buenos Aires.

¿Cuál es su obra o Autor de cabecera?

En realidad, cada tanto le pego un vistazo a la Biblia. Y realmente, cuando leo dos palabras, siento que la Biblia me enseñó el verdadero significado de una.

Fuera del personaje de escritor, como persona completa ¿Qué tiene para decir a quien le esté leyendo ahora?

Aprovecho ese espacio que me dio el destino de escribir, par hacer hincapié que la familia es el lugar más cálido que existe en el universo. El que está fuera de la familia, seguramente va a sentir frío.

¿Cómo ve la sociedad correntina, en cuanto a sus costumbres y cultura?

Corrientes está muy decaída en todo sentido. La crisis política nos arrastró a todos, y no se salvó la cultura tampoco. Es decir que ahora la veo como que queremos empezar a levantarnos, aunque en realidad la provincia nuestra es una de las más ricas culturalmente e históricamente.

¿Qué propone, desde su espacio, para fomentar la cultura?

No sé, tendríamos que empezar por un mayor presupuesto, todo pasa por lo económico. Y todos los medios tendrían que tener un espacio gratuito para la cultura, y si al artista se le puede pagar, mejor. Porque hacer arte en corrientes, se hace con sacrificio.

¿Algún escritor contemporáneo, de acá, al cual usted le anote un poroto de relevancia?

El padre Zini, Julián Zini. Ese el escritor máximo de esta provincia. Tuve el honor de conocerlo cuando estuvo recién consagrado como sacerdote, porque yo era de esos hijos que cuando estábamos dejando la niñez, nuestros padres nos mandaban a la Iglesia. Prácticamente me crié entre curas y ahí llegó el padre Zini con el Padre Arroyo, un goyano. Me acuerdo bien que el padre Zini era un flaquito, alto, con una guitarra al hombro, una guitarra criolla, y ahí lo conocí en la iglesia de acá.

Para ir cerrando, Don Luis ¿Quisiera decirle algo más a quien lo está leyendo?

Que sigan luchando por la cultura, que es el mejor trabajo que se pueden hacer en este momento, y es una de las mejores formas de hacer patria.

Muchísimas gracias por la entrevista.

El agradecido soy yo.




(Biblioteca Popular "Sarmiento", Paso de Los Libres, Corrientes, Argentina)

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